A doscientos años del nacimiento de Florence Nightingale – destaca enfermera y para muchos la primera epidemióloga- que comprendió las relaciones entre ambientes sanos, propagación de enfermedades y cuidado de la salud de personas y comunidades.
Humberto Maturana planteaba que desde el micro-organismo al árbol, del virus a la ballena, todos tienen algo que decir en nuestra sociedad y que en el caso de la semiótica natural el medio es el mensaje. Por su parte, en 1848, cuando estalló la revolución de los pueblos en Europa, el médico alemán Rudolf Virchow, planteó la siguiente pregunta: ¿No vemos que las epidemias muestran siempre deficiencias de la sociedad? Entonces, la actual pandemia del covid19 ¿Qué nos quiere decir? ¿Qué nos quiere mostrar?
Los coronavirus (CoV) son una gran familia de virus que causan enfermedades que van desde el resfriado común hasta enfermedades mortales. De acuerdo a la evidencia el 80 % de los pacientes afectados por el COVID-19 son leves y se pueden manejar en la casa, mientras que hay un 20 % que debe ser hospitalizada, y entre 5 y 7 % que necesita ventilación mecánica de acuerdo a lo informado por la OMS y expertos.
El virus, altamente contagio, se propaga por gotitas, transmitido de persona a persona, con un período de incubación de 5 a 14 días. Aun no existe claridad sobre el origen del virus; se sabe que puede prevenir ser propagado en base a soluciones de cloro y alcohol en las superficies.
Si bien es un virus con baja letalidad y alta transmisibilidad, la preocupación es sobre los efectos de sanitarios, debido a la sobredemanda posible, en los ya saturados recintos hospitalarios sumado a la necesidad de ventilación mecánica y camas críticas que si esos pacientes graves, aunque sean sólo un 7 %, llegan en un corto período de tiempo al sistema de salud, va a colapsar, de ahí la importancia de tomar las medidas oportunamente por radicales que parezcan, para evitar la situación experimentada en Italia y España.
Japón y Corea del Sur, que están entre los diez países con más casos del nuevo coronavirus, promedian sobre 10 camas por cada 1.000 habitantes, mientras Chile tiene una capacidad de sólo 2,1.
La disponibilidad de camas críticas en Chile, hasta antes de este brote epidemiológico, se encontraba en una delicada situación. Diversos cambios en la institucionalidad sanitaria han permito que exista una mejor gestión de la camas, basadas en decisiones clínicas y de recursos a través de las unidades centralizadas de gestión. Sin embargo, la compra de servicios privados ha provocado que una gran cantidad de recursos de FONASA se gasten en dichos servicios, en desmedro de insumos y requerimientos de los servicios públicos que ya el año pasado cerraban atenciones de salud por falta de insumos o condiciones de trabajo.
La capacidad actual de 38.000 camas, se incrementarán con 1.732 camas adicionales para hospitalizaciones, con el adelantamiento de 5 nuevos hospitales: Gustavo Fricke, Felix Bulnes, Ovalle, Padre Las Casas y Angol. Adicionalmente, y con el apoyo de las Fuerzas Armadas, se dispondrá de un hospital de campaña, 6 puestos de atención médica y los servicios del buque Sargento Aldea, sumado al arriendo de Espacio Riesco para un nuevo hospital de campaña con capacidad de 3 mil camas.
A su vez existen nueve laboratorios en la red pública en regiones que pueden analizar los test y se aumentarán en 10 más.
Para financiar la compra de insumos y equipamientos necesarios, el fortalecimiento de la operación de los hospitales, fortalecimiento de laboratorios de diagnóstico, la extensión de los horarios de urgencia, la habilitación de camas adicionales, los hospitales de construcción rápida y otras necesidades, se creará un fondo de 220 mil millones de pesos. Así, se ordenó la compra de 800 ventiladores mecánicos más, duplicando sus existencias en el país según lo anunciado por las autoridades.
Previo a esto, la estimación de camas UCI eran de 1000; mientras que UTI un total de 1770 camas considerando público y privado, para un país sobre los 17 millones de personas.
Ahora bien, sabemos que una de las medidas de precaución para prevenir el Coronavirus es el oportuno de lavados de manos constantemente, sin embargo en Chile existen zonas donde deben subsistir con menos de 50 litros de agua (recomendación OMS) donde son llevados por camiones aljibe. Sin embargo, en aquellas zonas aquejadas por esta situación pueden limitarse debido a que deben ser distribuidas para distintas actividades que permiten la vida (alimentación, baño, etc).
El agua, no está garantizada para toda la población, poniendo el uso agro-industrial-minero por sobre el consumo humano.
Entonces nos volvemos hacer la pregunta ¿Cuáles son las deficiencias de nuestra sociedad que la emergencia sanitaria hoy nos está mostrando?
Enfermedad Pública
El filósofo camerunés Achille Mbembe, desarrolló el concepto de la ‘Necropolítica’ que es la política basada en la idea de que para el poder unas vidas tienen valor y otras no. No es tanto matar a los que no sirven al poder sino dejarles morir, crear políticas en las que se van muriendo. Por su parte Enrique Saforcada nos habla del concepto de ‘Enfermedad Pública’, como contraposición a Salud Pública (public health), elementos que se fueron constituyendo, desde la perspectiva de Saforcada, ya desde la conformación de los actuales modelos de Estado-Nación, es decir, siguiendo lo planteado por Mbembe, una institucionalidad creada en el desarrollo de una Enfermedad Pública:
“la mayor parte de las enfermedades que impiden el disfrute completo de la vida o matan a un considerable número de personas prematuramente, no se deben a causas naturales sino más bien a condiciones sociales producidas artificialmente” (Neumann, 1847 ápud Rosen, 1985, p. 82).
¿Es la medicina una política a gran escala como diría Rudolf Virchow en 1848? ¿Cómo percibimos las consecuencias de las políticas públicas implementadas por gobiernos en lo relativo a la salud o enfermedad pública? Si la conciencia individual y colectiva se crea a partir del contacto directo con la realidad concreta y cotidiana del individuo, como lo plantea Maturana, la interacción con los fenómenos sociales y naturales generan nuestra capacidad de pensar, discernir y reflexionar sobre el porqué de su ocurrencia, entonces, si las consecuencias dañosas de las políticas públicas son un efecto de la necropolítica de nuestros gobiernos ¿es posible pensar que las epidemias son artificiales como lo planteaba Virchow en 1848?
Siguiendo con Saforcada:
“el concepto de enfermedad pública involucra a toda la morbilidad humana que los poderes del Estado podrían evitar poniendo en juego los recursos (económicos, tecnológicos, de conocimientos, humanos, etc.) de que disponen en el momento o período histórico de que se trate pero que, no obstante, no impiden o se desentienden de hacerlo o protegen a quienes o quien las generan. El mismo dice que la mayor parte de las condiciones de salud en las sociedades occidentales dependen de once grandes dimensiones, interrelacionadas y sinérgicas, en términos de las cuales interactúan quienes la conforman (personas y sus distintos tipos de agrupamiento, instituciones, los poderes del Estado y quienes lo detentan): Educación, Cultura, Justicia, Alimentación, Vivienda, Medioambiente, Trabajo, Ocio, Movilidad, Seguridad y Salud”. (2014)
Cada año podría evitarse la muerte de 1,7 millones de menores de cinco años y de 4,9 millones de adultos de entre 50 y 75 años con una mejor gestión del medio ambiente. En las Américas 847000 muertes anuales por causas medioambientales, donde la mayoría son atribuibles a la contaminación del aire. En tanto, en el mundo cada año mueren 567000 muertes asociadas a la relación de este tipo de contaminación e infecciones respiratorias. Chile tiene 25 de las 30 ciudades más contaminadas a nivel latinoamericano, pudiendo agravar los cuadros respiratorios.
Sumado a lo anterior, quienes viven en zonas saturadas de contaminación tienen altas probabilidades de desarrollar enfermedades respiratorias crónicas como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, entre otras; afectando la respuesta inmunológica o de tratamientos de soporte que pudieran tener las personas con estas enfermedades de base.
Podríamos decir entonces, que, en Chile: existe un sistema de Enfermedad Pública más robusto que el de nuestra Salud Pública, producto de diversas desigualdades en que las personas se desarrollan.
Hacia otro paradigma en salud
Las emergencias sanitarias y desastres nos enseñan nuevas formas de relacionarnos entre personas y ambiente, esta se presenta como una posibilidad de repensar el mundo que habitamos y modo de vida.
La salud es un concepto dinámico, integrador y multidimensional, donde las infecciones reflejan la importancia del cuidado de personas y ecosistemas, pues protegen el aire que respiramos y medios donde se transmiten virus y bacterias.
El agua, es el medio que limpia nuestras manos de microorganismos que potencialmente nos generan enfermedades y muertes, de ahí la importancia de priorizar la vida a través de este elemento. Los estudios del cambio climático y aparición de nuevos virus y bacterias tiene un desarrollo limitado aún, sin embargo, se sabe del efecto que tienen los ecosistemas de amortiguar contagios o transmisión de ellos.
Si bien aún no está identificado el origen – con graves acusaciones entre China y EEUU de por medio–se debe tener especial resguardo del consumo de animales, pues en estos procesos de sobreproducción se pueden transmitir enfermedades a humanos, como lo ha sido en casos de brotes epidemiológicos previos.
La alimentación debe fortalecer nuestra respuesta inmune a través del consumo de frutas y verduras. Asimismo el estrés al que estamos sometidos puede afectar, haciéndonos más susceptibles de adquirir alguna enfermedad infecciosa, como garantizar a la población la producción de alimentos, debiendo avanzar en la soberanía alimentaria que permita otra relación con la naturaleza. Asimismo la importancia de la educación ambiental-sanitaria-mental y generar nuevas formas de estar en los ecosistemas. El avance científico debe estar dispuesto a resolver las necesidades de las personas y no de empresas que precarizan la vida.
A su vez, es necesario volver a cuestionar el sistema de salud, que con las fragilidades presentadas, se debe avanzar a profundizar la salud territorial, colectiva y empoderada de las personas y comunidades. Para ello, se deben resolver las condiciones materiales donde las personas viven y se desarrollan. La mirada individual y mercantil de la salud, solo trae más pobreza, enfermedades y muertes.
Por otro lado, la ética feminista del cuidado nos ha enseñado que el promover la vida y la salud significa no solo ausencia de la enfermedad, el dolor, el sufrimiento o la muerte, sino también es un condicionando de la vida humana. El cuidado significa también autocuidado que dote a los individuos a la constante contribución a de bienestar, autonomía y felicidad de su propia existencia, así la ética del cuidado reconoce su interacción en el mundo en el reconocimiento del otro en tanto profunda otredad, haciendo más llevaderos los momentos de fragilidad y vulnerabilidad que el sistema nos impone “no me cuida el Estado, me cuidan mis amigas” se puede escuchar constantemente en las reflexiones feministas de estos últimos días, es el “cuidado encarnado”, donde:
“El ideal de cuidado es, por tanto, una actividad de relación, de ver y responder a la necesidad, de tomarse cuidado del mundo sosteniendo la red de la conexión para que nadie se quede solo(…) Así entendido, el care (cuidado) participaría de esa dimensión del vivir activo humano que es la acción en el sentido de Hannah Arendt, pues, además de atender a la «vida», como labor, y de hacer más habitable el «mundo», como trabajo, las actividades de cuidado se ocupan y preocupan de las conexiones y relaciones de la red de la intersubjetividad, lo que, con el nombre de «pluralidad», Arendt ponía como referente de las actividades del tipo acción” (∆αι´µων. Revista Internacional de Filosofía, nº 49, 2010, 35-48 ISSN: 1130-0507)
Es por ello que las actividades del cuidado, precisamente no sólo como labor, sino también como trabajo y, sobre todo, como acción de responsividad, es reivindicar las dimensiones públicas, es decir, la relevancia social y política, de las actividades de cuidado y la salud.
Es hora de volver a discutir sobre la filosofía política; volver a pensarnos como sociedad en su conjunto, pensar al país. Una sociedad justa, razonable y saludable.
Cristián Cepeda Oropesa, sociólogo.
Ricardo H. Perez-Abarca, académico Dpto Enfermería U. Chile.
Silvio Reyes Rolla, Instituto Patagónico de Estudios Culturales
Referencias virtuales:
Responsividad y cuidado del mundo. Fenomenología y ética del care Responsiveness and care for the world. Phenomenology and ethics of care. José María Muñoz Terrón https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/48321/1/Responsividad%20y%20cuidado%20del%20mundo..pdf
La enfermedad pública / The public disease. Enrique SaforcadaI; Mariana Moreira AlvesII http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-74752014000100002
El conocimiento de la bioética como ética del cuidado: Un imperativo para la formación en Trabajo Social Knowledge Of Bioethics As A Care Ethics: An Imperative In Social Work Professional Training Zoila Rosa Franco Peláez http://vip.ucaldas.edu.co/eleuthera/downloads/Eleuthera3_4.pdf
El cuerpo por sí mismo. De la fenomenología del cuerpo a la ontología del ser corporal/ The Body by Itself. From the Phenomenology of the Body to an Ontology of the Embodied Self- Mario Teodoro Ramírez Cobián http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-24062017000200049
La responsividad ética. Ana Laura Santamaría Plascencia http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-879X2012000200010